El café gijón es uno de los cafés más famosos de Madrid. Fue fundado por un asturiano que emigró a la capital en 1888. En él se comenzaron a reunir los intelectuales de la capital española para charlar y discutir de política. A lo largo de los años nuevos escritores y artistas se han ido sumando a las tertulias, lo que hace que hoy en día siga siendo un café frecuentado por escritores y todo tipo de artistas.
El café Gijón se encuentra en el paseo de Recoletos, en Madrid. El café está decorado en estilo bohemio y de sus paredes cuelgan fotografías de sus clientes habituales más populares.
Durante los años de la monarquía y de la república, el café era un lugar en el que se debatía libremente y había cabida para todas las opiniones políticas, fuesen del signo que fuesen. Durante todos aquellos años aparecieron personas entrañables que se ganaron el cariño de quienes allí debatían:
Durante aquella época, se hicieron habituales de las tertulias, dos quiosqueros, que durante los años de la guerra civil se encontraron en el frente, en ambos opuestos, pero no lograron matarse por fortuna. Cuando el republicano volvió del exilio, ambos retomaron la amistad.
Ignacio María de San Pedro apodado "Don Cristobalía" se dedicó a vender versos delirantes y a subirse a las mesas del Gijón, así como del Pombo a reclamar el cambio del nombre de America, por el de Cristobalía (origen de su apodo). Finalmente fue ingresado en el psiquiátrico a petición del dueño del local.
Durante el franquismo, el café Gijón se convirtió en un reducto de libertad dentro de la Madrid fascista y tan solo a unos cientos de metros de las cortes franquistas.
Con la llegada de la democracia, las tertulias perdieron su aire de clandestinidad y recuperaron su nivel, gracias a genios como el gran Paco Umbral, Antonio Gala, "Mingote", y muchos más.
En 2006 tuvó luga el final de una de las historias más sorprendentes del café Gijón, ya que murió Alfonso González Pintor, alias "El Cerillero", que se ganaba la vida vendiendo cerillas a los ilustres clientes del café. A su muerte, los escritores que le conocían le hicieron un homenaje en sus respectivas columnas, y en la entrada del café se colocó una placa que dice:
"Aquí vendió tabaco y vio pasar la vida Alfonso, cerillero y anarquista".
Cualquiera que hoy en día se pase por el café Gijón tendrá muchas posibilidades de encontrar a alguno de estos genios, que probablemente ni se enteren de que usted los está mirando de tan concentrados que están en sus cosas