La Real Academia Española es un organismo que se dedica a la elaboración de reglas normativas para el idioma español y a trabajar por la unidad del idioma español en todos los territorios en los que se habla, en coordinación con las restantes 21 Academias nacionales. Estas normas se ven plasmadas en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) y recogen tanto gramática como ortografía.
El propósito de este diccionario es garantizar una norma lingüística común. Se trata de una institución cultural española fundada en 1713 por un grupo de ilustrados que, reunidos en torno a Juan Manuel Fernández Pacheco, marqués de Villena y duque de Escalona, concibieron la idea de crear una academia dedicada, como la Academia Francesa, a trabajar al servicio del idioma nacional. El rey Felipe V aprobó al año siguiente la constitución de la Academia Española y la colocó bajo su “amparo y real protección”.Su sede está en Madrid, pero tiene filiaciones con las academias nacionales de los 21 países hispanohablantes.
Galdós fue elegido miembro de la Real Academia Española en 1889, lo que su supuso un premio a su dilatada carrera literaria y su vasto dominio de la lengua española. Fue destacable su discurso de entrada en la Academia, en el que analizó los problemas de la sociedad española de la época. Aquí se puede ver un extracto del discurso.
"Podría decirse que la sociedad llega a un punto de su camino en que se ve rodeada de ingentes rocas que le cierran el paso. Diversas grietas se abren en la dura y pavorosa peña, indicándonos senderos o salidas que tal vez nos conduzcan a regiones despejadas(...). Contábamos, sin duda, los incansables viajeros con que una voz sobrenatural nos dijera desde lo alto: por aquí se va, y nada más que por aquí. Pero la voz sobrenatural no hiere aún nuestros oídos y los más sabios de entre nosotros se enredan en interminables controversias sobre cuál pueda o deba ser la hendidura o pasadizo por el cual podremos salir de este hoyo pantanoso en que nos revolvemos y asfixiamos. Algunos, que intrépidos se lanzan por tal o cual angostura, vuelven con las manos en la cabeza, diciendo que no han visto más que tinieblas y enmarañadas zarzas que estorban el paso; otros quieren abrirlo a pico, con paciente labor, o quebrantar la piedra con la acción física de substancias destructoras; y todos, en fin, nos lamentamos, con discorde vocerío, de haber venido a parar a este recodo, del cual no vemos manera de salir, aunque la habrá seguramente, porque allí hemos de quedarnos hasta el fin de los siglos"
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